Son muchos los países en los que, a realidades de por sí complejas que imponen severas condiciones de vida a la población, se suma un obstáculo:  ser mujer.

El enfoque de género en las acciones de cooperación permite la identificación de necesidades y de desigualdades, y dar soluciones adecuadas a los problemas en base a la diferente manera en la que los sufren hombres y mujeres.

Dejar fuera de la toma de decisiones a las mujeres conlleva apartar de las políticas públicas al 50% de la población mundial, lo que tiene efectos directos en la economía y la cultura locales.